sábado, 30 de abril de 2022

de madrugada

 Este blog es la manera que tengo para reflexionar conmigo misma en un entorno público. Es un diálogo sincero, nada presuntuoso ni cínico, con el fin de evaluar mi situación con el mundo, con mi vida, conmigo misma.

El hecho de que en todo abril sólo haya escrito un post dice mucho de mi situación y LOS RUMORES SON CIERTOS: No quiero hablar con nadie, no quiero estar con nadie, no quiero llorar, no quiero pensar en eso.

Lo cuál levanta las banderas rojas entre mis amistades porque saben que el aislamiento es cosa habitual en mis episodios maniaco-depresivos. 

Así me siento últimamente, maniaco-depresiva.



No sé qué más decir del tema. 

Ayer no podía dormir. El insomnio era poderoso, pero era más bien de mi cuerpo, porque aunque estaba agotada me sentía demasiado cansada para quedarme dormida. Como si dormir me resultara un esfuerzo.

Viendo que no podía dormir y no iba a cruzar mi casa para ir por mi laptop y ponerme a escribir como cualquier escritora mediocre haría, saqué mi teléfono y abrí la app de outlook. Escribí una carta que no envié, claro. Tuve cuidado de no añadir el destinatario por las dudas. Luego abrí la app de notas y escribí tres poemas -uno particularmente largo- dirigidos a la misma persona. Después apagué el teléfono y me quedé mirando al techo en medio de la oscuridad y el silencio propios de la madrugada.


Tuve una conversación conmigo misma y pensé, en medio de mis reflexiones, por qué no estaba registrando todo eso para reescribirlo aquí. Por alguna razón no lo hice. Pero iba más o menos así:


Me siento vacía.

Es una ruptura diferente porque ahora de verdad sí me siento vacía. Me di cuenta del espacio que ocupaba mi amor hacia él y es, bueno, colosal. ¿Cómo lo voy a llenar? ¿Debería llenarlo?

La cosa es que, mi amor por él era más que sólo romántico. Él era también mi mejor amigo, mi cómplice. Con él crecí y aprendí muchas cosas y cambié para bien, mejoré. No sólo perdí al padre de mis hijxs no-nacidxs, también perdí a mi aliado, a mi compañero, a mi....

Pero luego pienso en lo mucho que él confiaba en mí y lo mucho que yo no. Era mi mejor amigo y nunca le conté las cosas tristes, esas de las que no hablo con nadie. Era mi cómplice y nunca le compartí la ficción que escribo y para dimensionar, tengo tres lectores beta a quiénes conozco de mucho menos tiempo. 

Lo amé a él por seis años y nunca le di lo más básico. 

No confiaba mucho en él y a veces sentía miedo de que me fuera a romper el corazón porque sabía que si lo hacía, no se iba a dar cuenta o no le iba a dar importancia.

Y a veces recuerdo, en flashbacks, las palabras que le dije, lo que no hice nunca, lo que grité. 

Estoy consciente de que nuestras circunstancias nunca fueron las ideales, estábamos muy lejos de ello pero yo quería creer que era cuestión de tiempo para sobreponernos a esos obstáculos. Que era cuestión de tiempo, de madurar, de la distancia, del dinero, del mundo, de nuestras heridas propias y pesadillas y


Significaba tanto para mí. Era la persona más interesante que había conocido. Más siniestra también. Y me gustaba muchísimo, de verdad que sí, por eso me costaba tanto trabajo entender mi miedo. Pensé que era mi miedo al compromiso, al abandono pero de ratos pensaba genuinamente que él era lo que me asustaba.


Sé que no está bien que piense así -ni que lo ande publicando-, y muchxs serán atrevidxs y pensarán que estaba en una relación tóxica y violenta y whatever pero sólo se quedan en retazos de hechos. Hay mucha historia.

Estoy teniendo problemas con encontrar el punto final, o qué hacer mientras eso llega. Estoy consciente que no puedo ni quiero ni voy a quedarme sentada esperando a que a él se le dé la gana ser decente y hacer las cosas bien. No quiero. Me merezco algo mejor. 

Y mientras eso pasa, llega o se construye mágicamente con el mero poder de la manifestación mental, sigo inquieta, triste, vacía, ansiosa.


Siento que soy un fantasma con la casa embrujada destruida. ¿Adónde voy ahora? ¿Qué haré conmigo misma?


¿Hasta cuándo seguiré escribiendo de él?





domingo, 10 de abril de 2022

El final

 ¿Qué es un final, después de todo?




Si les contara nuestra historia tendría que contarles también de nuestros finales, que no ha sido sólo uno.

Van a levantar banderas rojas, porque esa incapacidad de mantener y respetar nuestros límites es, por lo menos, problemática. Lo sé. Tampoco lo entiendo.

Con el paso de los años llegué a conciliar la idea de que es mucho el amor entre nosotres. Mucha codependencia también. Mucha necesidad. De estar, de querer a alguien y de ser queride.

No lo clasificaría como algo tóxico porque en realidad nuestro vínculo no fue violento. Digo, vamos, tuvimos malas rachas y en algún momento nos hicimos llorar pero nunca fue con el afán, ¿Me explico? Y siempre que nos tropezábamos nos componíamos, podíamos hablar con honestidad y mejorar nuestras actitudes y no volver a caer en lo mismo, que es lo más básico que se necesita para mantener un vínculo de cualquier tipo.

Si les contara nuestra historia tendría que explicar con lujo de detalle cada final también, para que la entendieran. 

Una vez leí por ahí que la vida sólo se entiende al final, cuando la ves de atrás hacia adelante. Así que, ¿Qué es un final?

¿Una manera de entender las cosas?



¿Cuál es nuestro final? 

¿Dejar de hablarnos? ¿Dejar de soñar con la otra persona? ¿No saber nada de su vida?

¿Iniciar algo, similar, con alguien más?

¿Cuál es el final? 

¿Despertar un día sin la sensación de que me hace falta algo, de pasar el resto del día sintiendo el vacío, la ausencia, el olvido concretarse, de dormir sabiendo que algo no encaja pero no sé qué y como no lo recuerdo, entonces no debería importarme?


¿Cuál es el final?

¿Cuando sus fotos se queden enterradas debajo de pilas de fotos de alguien más? 



No sé. Creo que ya pasé por ahí, por todo eso.


Ya, ya me enamoré de alguien más durante su ausencia, hace varios años. Ya desterré su número de mi teléfono, de mis redes sociales. Ya no pienso cada momento del día en él, deseando que se arrepienta, deseando que vuelva. Ya no sueño con él. Ya no le hablo, tampoco le escribo cartas que terminarán convertidas en cenizas.


¿Cuándo es el final? ¿Cómo va a ser, qué debo sentir?

Lo más importante: ¿Cómo voy a darme cuenta que es el final?



Cuando la presión empiece a mermar mi salud, mi psiquis, mis energías, mis ganas, ¿entonces estaré cerca? Si me rompo y lo busco, ¿Es un nuevo inicio, un nuevo final?

Si me amarro los dedos, rompo el teclado de mi compu, si cambio de correo, si cambio de número teléfonico... Si borro todas mis redes sociales, si me desaparezco de la faz de la tierra, si me cambio de país, si...

Si abro un agujero en la tierra, ¿Será ése EL final? ¿Será otro final, nada distinto a los demás?


Porque vamos, en los demás también sentí que era el fin del mundo, que era el fin de nuestra historia. Que no me quería, que estaba mejor sin mí y yo mejor sin él. Que así tenía que pasar, que yo debía continuar

Semanas, meses en silencio. Sin saber nada de él -y yo sin saber si él tampoco sabía algo-, sin señales, extrañándolo, odiándolo, olvidándolo, superándolo, deseando que vuelva, deseando que se ahogue en su frustración y sus celos, deseando encontrarnos casualmente, por ahí, en un rincón del mundo, en una calle, en una fiesta, en una llamada, en un mensaje...

¿Cuánto tiempo tengo que dejar pasar para saber que es el final de verdad?

Si me lo preguntan, según yo el tiempo más prolongado que hemos estado así, separadxs, ha sido de siete meses.

¿Tengo que dejar pasar más de eso?

¿Sólo así lo sabré?



Y si en cinco meses me enamoro de alguien más, y empiezo a hacer una nueva vida con esa persona, y si me voy a dormir sin desearle buenas noches en mi cabeza, y si despierto sin revisar meticulosamente mi correo, y si no tiemblo con cada vibración de mi teléfono durante el día, y si no siento que se me caen las bragas cada vez que a lo lejos veo a alguien similar y si ya no tengo miedo de decir su nombre en voz alta, de que mis amigxs me pregunten por él, de que algo suceda.

Y si puedo escribir algo en concreto, sobre él, sobre mí, sobre nosotrxs. 

¿Será ése el final de nuestros finales?


crecer es perder

 .... si fuera el caso, yo mediría diez metros, ¡No, once! Once y medio. El 2022 verdaderamente se trató de perder, para mí. ¿Quieren un rec...