¿Qué es un final, después de todo?
Si les contara nuestra historia tendría que contarles también de nuestros finales, que no ha sido sólo uno.
Van a levantar banderas rojas, porque esa incapacidad de mantener y respetar nuestros límites es, por lo menos, problemática. Lo sé. Tampoco lo entiendo.
Con el paso de los años llegué a conciliar la idea de que es mucho el amor entre nosotres. Mucha codependencia también. Mucha necesidad. De estar, de querer a alguien y de ser queride.
No lo clasificaría como algo tóxico porque en realidad nuestro vínculo no fue violento. Digo, vamos, tuvimos malas rachas y en algún momento nos hicimos llorar pero nunca fue con el afán, ¿Me explico? Y siempre que nos tropezábamos nos componíamos, podíamos hablar con honestidad y mejorar nuestras actitudes y no volver a caer en lo mismo, que es lo más básico que se necesita para mantener un vínculo de cualquier tipo.
Si les contara nuestra historia tendría que explicar con lujo de detalle cada final también, para que la entendieran.
Una vez leí por ahí que la vida sólo se entiende al final, cuando la ves de atrás hacia adelante. Así que, ¿Qué es un final?
¿Una manera de entender las cosas?
¿Cuál es nuestro final?
¿Dejar de hablarnos? ¿Dejar de soñar con la otra persona? ¿No saber nada de su vida?
¿Iniciar algo, similar, con alguien más?
¿Cuál es el final?
¿Despertar un día sin la sensación de que me hace falta algo, de pasar el resto del día sintiendo el vacío, la ausencia, el olvido concretarse, de dormir sabiendo que algo no encaja pero no sé qué y como no lo recuerdo, entonces no debería importarme?
¿Cuál es el final?
¿Cuando sus fotos se queden enterradas debajo de pilas de fotos de alguien más?
No sé. Creo que ya pasé por ahí, por todo eso.
Ya, ya me enamoré de alguien más durante su ausencia, hace varios años. Ya desterré su número de mi teléfono, de mis redes sociales. Ya no pienso cada momento del día en él, deseando que se arrepienta, deseando que vuelva. Ya no sueño con él. Ya no le hablo, tampoco le escribo cartas que terminarán convertidas en cenizas.
¿Cuándo es el final? ¿Cómo va a ser, qué debo sentir?
Lo más importante: ¿Cómo voy a darme cuenta que es el final?
Cuando la presión empiece a mermar mi salud, mi psiquis, mis energías, mis ganas, ¿entonces estaré cerca? Si me rompo y lo busco, ¿Es un nuevo inicio, un nuevo final?
Si me amarro los dedos, rompo el teclado de mi compu, si cambio de correo, si cambio de número teléfonico... Si borro todas mis redes sociales, si me desaparezco de la faz de la tierra, si me cambio de país, si...
Si abro un agujero en la tierra, ¿Será ése EL final? ¿Será otro final, nada distinto a los demás?
Porque vamos, en los demás también sentí que era el fin del mundo, que era el fin de nuestra historia. Que no me quería, que estaba mejor sin mí y yo mejor sin él. Que así tenía que pasar, que yo debía continuar
Semanas, meses en silencio. Sin saber nada de él -y yo sin saber si él tampoco sabía algo-, sin señales, extrañándolo, odiándolo, olvidándolo, superándolo, deseando que vuelva, deseando que se ahogue en su frustración y sus celos, deseando encontrarnos casualmente, por ahí, en un rincón del mundo, en una calle, en una fiesta, en una llamada, en un mensaje...
¿Cuánto tiempo tengo que dejar pasar para saber que es el final de verdad?
Si me lo preguntan, según yo el tiempo más prolongado que hemos estado así, separadxs, ha sido de siete meses.
¿Tengo que dejar pasar más de eso?
¿Sólo así lo sabré?
Y si en cinco meses me enamoro de alguien más, y empiezo a hacer una nueva vida con esa persona, y si me voy a dormir sin desearle buenas noches en mi cabeza, y si despierto sin revisar meticulosamente mi correo, y si no tiemblo con cada vibración de mi teléfono durante el día, y si no siento que se me caen las bragas cada vez que a lo lejos veo a alguien similar y si ya no tengo miedo de decir su nombre en voz alta, de que mis amigxs me pregunten por él, de que algo suceda.
Y si puedo escribir algo en concreto, sobre él, sobre mí, sobre nosotrxs.
¿Será ése el final de nuestros finales?
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