sábado, 29 de octubre de 2022

la inevitable frustración de los maratones

 Soy bien conocida por tropezarme con la misma piedra un par de veces antes de siquiera considerar que tal vez no está muy cool lo que está resultando.  También por regresar sobre mis pasos, porque como dice ese meme una siempre vuelve a donde fue feliz o alguna tontería cursi así.

Recuerdo que el año pasado tampoco me estaba yendo muy bien. Siendo sincera, no recuerdo cuándo me iba bien XD pero en fin, que así ya van varios años. El tiempo pasa de forma graciosa cuando sufres.


En fin, que más o menos mi situación era la misma: Tenía el corazón rotito, la cartera rota y todo en general pintaba para mal. Recién se estaba acomodando toda la situación del covid pero todavía había ciertas reservas (y deberían haberlas, siempre)

En el 2020 mis amistades, Dan, Ingrid, Angelo y yo nos juntábamos por las noches de octubre para ver películas de terror y la pasamos muy bien. Luego, en el 2021 lo repetimos pero el maratón lo hicimos diario: Dan conseguía las pelis y las transmitía por un canal de discord donde Angelo y yo nos metíamos y platicábamos la peli y todo era súper cool y fue un octubre maravilloso. Pese a mi situación, había algo en esperar  las nueve de la noche cada día para esperar ver, para platicar con ellos.


Nunca me consideré dependiente de ellos o algo similar. Luego este año, Dan tuvo mucho trabajo, Angelo también y decidí llevar a cabo el mismo maratón bajo mis términos. Llenaría el mismo papel de Dan y de Angelo. Elegiría las películas, las transmitiría, armaría la charla.

Lancé la invitación en internet, esperando lo mejor. Incluso me tomé la libertad de invitar personalmente a ciertas personas y cuando el día llegaba, cuando estaban todos presentes, algo me aguijonaba en el pecho.

Transmitía la película, animaba la conversación y forzaba mis mejores sonrisas pero había algo dentro de mí que me hacía sentir muy incómoda, muy mal. En las primeras sesiones no lo noté, ya hasta el final.


No es que me gustara particularmente aquella actividad, es que me gustaba estar con Angelo y Dan. 

Y sentí que mi corazón se rompía, un poquito más, dentro de mí.


No me di cuenta de esto hasta casi el final pero no voy a mentir, tenía una sensación incómoda y extraña en mí cada vez que tocaba transmitir. ¿Estoy forzando las cosas? pensaba, A lo mejor nadie quiere ver pelis de terror conmigo. Tal vez no les caigo tan bien, quizás no es el horario correcto, debería elegir mejores películas...

No se trataba de ellxs. No se trataba de que hubiera cuatro personas conectadas, no se trataba de que hubiera una película que me constaba era buena. No se trataba ni del horario ni de mi humor. 

Se trataba de mis intenciones. Nunca me sentí como en el año pasado. Angelo y Dan se presentaron difícilmente a una o dos funciones pero no más, como dije estaban ocupados. 

Y yo me frustraba: La película no se ve. No sé usar discord. No tengo tantas amistades interesadas. La película es mala. Mi internet no funciona bien. Soy un fraude, sólo estoy decepcionando a lxs pocos invitadxs, soy un fracaso, nunca nada me sale bien.




Lloré un par de noches, no lo voy a negar y cuando tuve una excusa para evitar el evento, la tomé.

"Tengo mucho trabajo", "Estoy cansada", "Mi internet está fallando" cualquier cosa que pudiera ser creíble se iba a mi manga de razones para no hacer lo que prometí hacer.

¿Pero prometer a quién? La idea de mi maratón había nacido por lo que había hecho en años pasados con mis amistades, amistades de AÑOS ¿Y yo me atrevía a hacer invitaciones abiertas, anuncios en internet, publicar mis links?

De las muchas cosas que he intentado en el internet (entre ellas una cuenta de arte, una mini-novela en Wattpad, cuentas de memes en Facebook y Twitter, etc.,), el maratón fue el fiasco más grande, con el que peor me sentí.

Resulta que extrañaba a mi misma de antes, a mis amistades, no lo que hacía con ellos.




Al final me di cuenta. No pude seguir negando mi incomodidad. El malestar en mí se convirtió en una espina en mi corazón. Hace unos días que la encaré y me la arranqué.

Me siento mejor desde entonces, un poco más libre. Y ya. Espero haber aprendido mi lección: No porque haya disfrutado algo significa que me haya gustado tal cual la actividad, sino que debo considerar que fue la compañía de la persona con la que lo hice lo que disfruté.

Y que no estoy hecha para vivir, lol :v



domingo, 23 de octubre de 2022

sin tinta en el tintero

 Cuando inicié el blog por allá del dos mil trece o catorce, no recuerdo bien, imaginé que siempre viviría algo de lo que pudiera escribir. Y así fue, semana tras semana tenía algo de qué quejarme, algo de qué emocionarme, algo qué anhelar o algo qué lamentar.

Siendo sincera, no recuerdo cuando fue la última vez que escribí algo que no fuera sobre estar borracha y triste y en la más angustiante y discapacitante de las depresiones. No lo recuerdo. Estoy casi segura que al menos este año, sólo de eso he escrito. Claro, de tanto en tanto puedo permitirme reflexionar en algún tema de interés general, algo que vi en tuiter y me inspiró a hacerme de mi propia opinión.

Se debe a muchos factores: A la monotonía de mi vida, al encierro -interno y externo-, a mis pobres decisiones, a mi cartera flaca, a mi falta de motivación, a las circunstancias que yo no elegí. 


Antes era más joven, iba a la escuela o tenía un trabajo estable y venía y hacía y claro que tomaba lo mismo que tomo hoy, quizás más, pero lo resentía menos, mis razones eran menos macabras. Dormía menos pero dormía mejor. Estaba físicamente más cansada pero llena de energía.


Ya se que van a decir que estoy muy joven todavía, que tengo mucho por hacer, que puedo mejorar mi vida, que todavía tengo tiempo de hacer lo que quiero hacer.


Por lo pronto, y soy consciente que escribo este post en un momento anímicamente malísimo, no sé si debo continuar con el blog si ya no tengo de qué escribir.

Nunca pensé que vería el día en que me sintiera aburrida de mi propia voz, o de mi vida, digo porque soy de la idea de que siempre habrá algo de qué quejarnos pero ahora ni ganas de eso. No quiero seguir sentándome frente a la computadora a estrujarme el cerebro para encontrar algo de qué escribir, porque creo que escribir -al menos de forma creativa y libre como es mi blog- forzado no tiene ningún buen resultado. 


Escribía este blog porque me gustaba contarles de los aspectos de mi vida que me emocionaban, de algo que había aprendido o perdido, de algo nuevo o algo viejo, algún recuerdo, algún dolor, alguna pesadilla por ahí.

Ya no tengo nada de eso, no por el momento y me estresa pensar que ni me decido a ponerle fin porque siento algún tipo de obligación y cariño hacia este portal, hacia quién me lee. 


Este blog ha significado mucho para mí, de veras que sí. Vieran toda la clase de historias que les narré, todas las personas que se encabronaron conmigo, todas las veces que me funaron o me elogiaron, toda la gente que empezó a sentirse atraída hacia mí luego de leer algún post, toda la gente a la que le di razones para que me despreciaran más. Todos los ojos curiosos que se paseaban, excitados por mis tristezas, tragedias o triunfos. Crecí aquí, entre mis letras y las imágenes de los mismos cuatro shows que mi cerebro es capaz de recordar. Crecí ante el ojo público y sólo compartí lo que quise, como quise. Perdí a muchos lectores y los rumores fueron difíciles de acallar pero los buenos amigos se quedaron hasta el final.


¿Será momento de dejarle a A Very Charlie Marian Story descansar, de una vez y para siempre?





crecer es perder

 .... si fuera el caso, yo mediría diez metros, ¡No, once! Once y medio. El 2022 verdaderamente se trató de perder, para mí. ¿Quieren un rec...