Este blog es la manera que tengo para reflexionar conmigo misma en un entorno público. Es un diálogo sincero, nada presuntuoso ni cínico, con el fin de evaluar mi situación con el mundo, con mi vida, conmigo misma.
El hecho de que en todo abril sólo haya escrito un post dice mucho de mi situación y LOS RUMORES SON CIERTOS: No quiero hablar con nadie, no quiero estar con nadie, no quiero llorar, no quiero pensar en eso.
Lo cuál levanta las banderas rojas entre mis amistades porque saben que el aislamiento es cosa habitual en mis episodios maniaco-depresivos.
Así me siento últimamente, maniaco-depresiva.
No sé qué más decir del tema.
Ayer no podía dormir. El insomnio era poderoso, pero era más bien de mi cuerpo, porque aunque estaba agotada me sentía demasiado cansada para quedarme dormida. Como si dormir me resultara un esfuerzo.
Viendo que no podía dormir y no iba a cruzar mi casa para ir por mi laptop y ponerme a escribir como cualquier escritora mediocre haría, saqué mi teléfono y abrí la app de outlook. Escribí una carta que no envié, claro. Tuve cuidado de no añadir el destinatario por las dudas. Luego abrí la app de notas y escribí tres poemas -uno particularmente largo- dirigidos a la misma persona. Después apagué el teléfono y me quedé mirando al techo en medio de la oscuridad y el silencio propios de la madrugada.
Tuve una conversación conmigo misma y pensé, en medio de mis reflexiones, por qué no estaba registrando todo eso para reescribirlo aquí. Por alguna razón no lo hice. Pero iba más o menos así:
Me siento vacía.
Es una ruptura diferente porque ahora de verdad sí me siento vacía. Me di cuenta del espacio que ocupaba mi amor hacia él y es, bueno, colosal. ¿Cómo lo voy a llenar? ¿Debería llenarlo?
La cosa es que, mi amor por él era más que sólo romántico. Él era también mi mejor amigo, mi cómplice. Con él crecí y aprendí muchas cosas y cambié para bien, mejoré. No sólo perdí al padre de mis hijxs no-nacidxs, también perdí a mi aliado, a mi compañero, a mi....
Pero luego pienso en lo mucho que él confiaba en mí y lo mucho que yo no. Era mi mejor amigo y nunca le conté las cosas tristes, esas de las que no hablo con nadie. Era mi cómplice y nunca le compartí la ficción que escribo y para dimensionar, tengo tres lectores beta a quiénes conozco de mucho menos tiempo.
Lo amé a él por seis años y nunca le di lo más básico.
No confiaba mucho en él y a veces sentía miedo de que me fuera a romper el corazón porque sabía que si lo hacía, no se iba a dar cuenta o no le iba a dar importancia.
Y a veces recuerdo, en flashbacks, las palabras que le dije, lo que no hice nunca, lo que grité.
Estoy consciente de que nuestras circunstancias nunca fueron las ideales, estábamos muy lejos de ello pero yo quería creer que era cuestión de tiempo para sobreponernos a esos obstáculos. Que era cuestión de tiempo, de madurar, de la distancia, del dinero, del mundo, de nuestras heridas propias y pesadillas y
Significaba tanto para mí. Era la persona más interesante que había conocido. Más siniestra también. Y me gustaba muchísimo, de verdad que sí, por eso me costaba tanto trabajo entender mi miedo. Pensé que era mi miedo al compromiso, al abandono pero de ratos pensaba genuinamente que él era lo que me asustaba.
Sé que no está bien que piense así -ni que lo ande publicando-, y muchxs serán atrevidxs y pensarán que estaba en una relación tóxica y violenta y whatever pero sólo se quedan en retazos de hechos. Hay mucha historia.
Estoy teniendo problemas con encontrar el punto final, o qué hacer mientras eso llega. Estoy consciente que no puedo ni quiero ni voy a quedarme sentada esperando a que a él se le dé la gana ser decente y hacer las cosas bien. No quiero. Me merezco algo mejor.
Y mientras eso pasa, llega o se construye mágicamente con el mero poder de la manifestación mental, sigo inquieta, triste, vacía, ansiosa.
Siento que soy un fantasma con la casa embrujada destruida. ¿Adónde voy ahora? ¿Qué haré conmigo misma?
¿Hasta cuándo seguiré escribiendo de él?