viernes, 27 de mayo de 2022

Cosas de mujeres

 Tengo bien calcada en mi mente una escena de mi adolescencia: Estábamos en los baños de un conocido centro comercial dos amigas y yo. Teníamos catorce años. Mientras una de ellas estaba haciendo lo suyo en un cubículo, mi otra amiga y yo nos detuvimos en el espejo. Era la primera vez que salía con ellas y en mi desesperación por ser incluida y aceptada -era nueva en ese colegio-, hice lo que ellas hacían. 

De mi bolsa de mano -una rosa, muy bonita por cierto-, saqué un rímel y me lo apliqué en las pestañas con sobrada destreza, como si fuera algo que hiciera a diario, a cada momento. Hablábamos de otras chicas y de los chicos que nos gustaban.

Fue la vez que más me he sentido una mentirosa en toda mi vida.

La feminidad para mí ha significado un ritual para ser aceptada, para pasar desapercibida, para ser normal. Pero yo nunca me he considerado una persona femenina, mucho menos una mujer femenina. 

Sé que no lo soy, por mucho que me esforcé en mis años de la adolescencia de usar vestidos, esforzarme en mi maquillaje, ser dulce, tener voz suave, ser amigable, extrovertida, delicada...



Nunca he sido así. No me sale, no me nace, no sé cómo hacerlo y ahora, a mis veintisiete, no tengo quiero.

Mientras crecía siempre tuve más amigos hombres que mujeres, de hecho, hasta el día de hoy tengo más amigos hombres. No es por alguna razón misógina ni nada similar, tampoco tiene que ver mi orientación. Siento que es más bien porque ellos se sienten atraídos hacía mi como amigos porque soy diferente, un poco similar a ellos aunque mi apariencia les haga creer otra cosa.

Sé que ellos no se sintieron cohibidos a la hora de entablar diálogo. Una parte de mí les hacía sentir bienvenidos por las cosas en común que tenemos. 

Casi como si me vieran como uno de ellos.




La cosa es que, a la hora de acomodarme en algún binario, sigo sin sentirme del todo cómoda. 

Al contrario de lo que mucha gente podría creer, la principal razón por la cuál me describo como pansexual es porque no entiendo el género. No entiendo cómo funciona, ni qué es. No entiendo sus fronteras, no entiendo sus descriptores, no entiendo cómo es que me afecta.

Miro mi cuerpo, desnudo y con ropa y sigo creyendo que nada de eso es definitivo, que no podría englobarlo para hablar de mí misma. Reflexiono sobre mi personalidad, mi carácter, mis gustos y es igual. Un poquito de aquí, un poquito de allá.

Me gusta verme como magical girl PORQUE LO SOY, y la única razón por la que sigo usando pronombres con A es porque la A es mi vocal favorita. Me pinto las uñas para no mordérmelas porque #ansiedad y me desespera el cabello largo porque son muchos cuidados y prefiero que mi cuello respire.

Me gusta mi apariencia, me gusta mi personalidad, hasta me gustan mis defectos y mis desórdenes y enfermedades mentales. Me gusta lo que soy.

Y a pesar de eso, sigo prefiriendo que la gente no piense en mis genitales cuando le digo mi nombre, ni que se deje llevar por mi ropa a la hora de querer hablarme o hacerse una imagen mental de mí.






Ahora, quizás en este punto se preguntarán si me molesta que me lean como mujer.

Mi respuesta pronta es que siento lo mismo cuando me asumen como lesbiana: 

No me ofendo y no me molesta.
Pero te vas a llevar un chascarrillo cuando descubras que no es mi caso.


Me gusta el color rosa, me gustan las pelis de Barbie, me gusta usar mini faldas y me gusta usar moños y brochecitos de colores y nada de eso me hace una mujer.
Entonces me pregunto: ¿Qué es una mujer? ¿Qué es un hombre? ¿Qué es el género? ¿Qué es mío, qué es de los demás? 
¿Qué tanto es un invento, qué tanto es un estereotipo, qué tanto es un designio, qué tanto es mi voluntad?

Van a decir: "hay muchas maneras de ser mujer" y es cierto. Yo creo en la diversidad en todos los aspectos posibles, humanos, animales y sobrenaturales.

La cosa es que no me siento bienvenida, ni invitada ni nada cuando se tratan de las cosas de mujeres.

Como en el mundo alista al que estoy obligada a enfrentar, tengo que sacar mi máscara y esforzarme. Pulir las partes que mejor entren en el molde. Ignorar las que no. Sonreír.



Podrían pensar que es un gran momento para salir del clóset enebé y ¡Ni eso!

Ojalá tuviera la convicción y la energía emocional para embarcarme en un viaje de autodescubrimiento que desemboque en una nueva etiqueta o manera de nombrarme pero ajá, no es el caso.

A lo mejor cuando cumpla cuarenta -si es que los cumplo XD-



Pd: Si se preguntan cómo quisieran pensarme o verme, les diría que ESCRITORA está excelente :3

martes, 17 de mayo de 2022

el día de ayer

No he soñado con el ex mimors en esta semana. Y bueno, podrán pensar: "Pero Mariana, es martes" y es cierto. 
Quizás días atrás he soñado con él, la verdad no podría decirles porque en este momento estoy borracha y porque tengo mala memoria. Suelo tener pesadillas muy seguido. 

Por más que intento manifestarlo en mis sueños, es como si mi cerebro dijera: NEL.
Y nel, así como nuestra historia quedó, es nel.

Caminaba debajo del sol implacable de la primavera en un mundo en medio del calentamiento global, pensando en nada. Las manos me temblaban y horas antes dudé en cancelarle. Pensé que debí haber tomado un poquito de alcohol para animarme, para decir lo que tenía que decir.

Me tomé una selfie en mi casa antes de irme y la subí a tuiter. Creo que la gente pensó que estaba yendo a un camino romántico estrictamente y la verdad es que no. Pero mis intenciones son turbias y es muy pronto para revelarlas.

El problema es que me creo que no sé lo que necesito.

Es evidente que necesito salir más al aire fresco, necesito un trabajo que me pague un sueldo estable y más o menos digno y necesito dejar de rechazar las llamadas de mis amistades y necesito imprimir más y dejar que me lean y me critiquen y necesito dejar el alcohol y todo lo que quieran.

Las cosas eran confusas. Yo estaba muy nerviosa, caminando de aquí a allá. ¿Qué iría a pasar?
¿Estaba mejor sin saber?






Miré de un lado a otro, sentada afuera del starbucks, asustada de que mi cita llegara en cualquier momento. 
Apenas me iba relajando cuando ella llegó y yo??? ASUSTADA.

Por dentro sentía cómo todo se descontrolaba, mis órganos temblaron, la voz se me fue. Un terremoto interno. 
Ella estaba ahí, entrando. Tan bonita como la recordaba, tan imponente como siempre. Con ese aire de misterio, con su cara preciosa.

Y fue como si una energía antigua y abstracta tomara posesión de mí, me levanté y la abracé. Ella me recibió con los brazos bien abiertos.

Por primera vez en mUCHOS AÑOS me sentí como en casa. 













Hablamos muy poco para lo mucho que teníamos que decir. Yo me quedé con muchas dudas, cosas que no dije. No porque me mordiera la lengua, más bien porque ella habló mucho y a mí siempre me ha gustado escucharla.
Recargué los codos en la mesa, mi barbilla en mis manos y dejé que ella hablara y hablara y hablara. Que me contara todo lo que quería contarme.
Su voz, su acento chiapaneco, era algo por lo que mataría. 

Me pregunté cómo es que pude vivir tanto tiempo sin ella. ¿En qué estaba pensando? ¿Qué me impedía de matarme?





Para cuando salimos del starbucks, ya era el atardecer. Tanto ella como yo teníamos cosas por hacer aunque ella se ofreció a llevarme a mi casa. Yo le agradecí pero le dije que no.
Todavía afuera del establecimiento y viendo a los autos estacionarse, seguimos hablando.

Le pregunté si yo había cambiado en algo. Ella me miró de pies a cabeza y sonrió, burlona y traviesa:

-No. No has cambiado nada-

Se rió. Yo me reí.

Quise decirle que ella sí había cambiado. Que ahora se veía más feliz.








No he cambiado.

Sigo usado calcetines impares. Sigo triste, sigo perdida, sigo desesperanzada. Sigo sola. Sigo pansexual. Sigo torpe, sigo ansiosa, sigo nerviosa.
Sigo tomando mucho alcohol. Sigo necesitando compañía. Sigo enamorada de ella.

Sigo siendo yo, pero más rota, más oscura, más fantasmal.

Pero no creo que sea cierto.
Soy más burlona, soy más crítica, soy más ágil, soy más grande, más sabia, más destruida, más 

soy más yo.





Ahora bien, aunque esto no fue enteramente romántico, al menos no de parte de ella, no *tanto* de mi parte, me siento contenta de saber que por algunos momentos puedo olvidarme de cuándo tenía 20 años y conocí al mimors y todo eso. Y puedo olvidar, puedo sobreponerme, puedo ser mejor que entonces.

crecer es perder

 .... si fuera el caso, yo mediría diez metros, ¡No, once! Once y medio. El 2022 verdaderamente se trató de perder, para mí. ¿Quieren un rec...