viernes, 14 de enero de 2022

gris

 Lo primero por lo que debería comenzar es por el hecho certero y cien por ciento certificado como verdadero de que sí deseo amor romántico 

Lo deseo. Me gusta mucho la idea del amor romántico. Me gusta el romance, me gusta la ternura y la pasión y la tensión y todo lo mágico. Diablos, hasta me gusta la parte dolorosa: El largo e invernal olvido, el dolor agudo y penetrante del corazón roto. Todo eso, todo el paquete, me gusta y me comprometo a vivirlo tanto como deba ser.

Me gusta imaginar que un día, en unos años, amaneceré en una cama junto a alguien que me ame y yo ame. Que cohabitaremos y seremos felices y tendremos problemas y será un martirio pero valdrá la pena. Me gusta imaginar todo eso: Me gusta imaginar historias de amor. Que yo las vivo. 

Incluso puedo ir más allá y ver romance en las cosas que vivo cuando estoy enamorada.

Todo eso lo deseo. Todo eso me pasa.


Lo que sucede es que no lo siento. No tan a menudo. No como en las películas o en los libros. No como cuentan mis amistades que les pasó. No como me ensañaron que iba a pasar.





Puedo enamorarme. Lo sé porque me ha pasado, lo he sentido -y lo sigo sintiendo-. ¿Cómo? No tengo idea. ¿Bajo qué criterios "me fijo en alguien"? No lo sé. No tengo criterios. No voy por la vida fijándome en la apariencia de la gente, en lo que dice o en lo que hace. Mis intenciones románticas son siempre nulas.

No importa que seas la persona más hermosa del planeta, si llegamos a hablar, no tengo intenciones de ligarte.

Y aquí es donde conceptos como el ligar, fijarse, andar quedando, gustar son cosas que se vuelven en extremo confusas para mí.

Creo que todo esto le funciona a la gente que sí tiene intenciones románticas de cualquier tipo. Y yo también quiero amor, pero no funciono así. No sirvo para juzgar a la gente, para elegir quién me gusta o algo así.

Miro hacia atrás y pienso cómo han sido mis -cortas y pocas- historias de amor y todo se vuelve muy confuso: No me llamaron la atención la primera vez que les vi, no todes. No me enamoré después de entablar un lazo profundo, no todes. No me di cuenta de lo mucho que me gustaban en el momento en que empecé a sentirlo. Para cuando me di cuenta ya estaba hasta el cuello de metida. ¿En qué momento? We may never know

No sigo un patrón de personas. Quiero decir, no tengo la seguridad para decir que algo que me guste en X, me va a gustar en Y. De hecho eso rara vez pasa.

Miro hacia atrás y toda la gente que me ha gustado de forma romántica o sexual, de la que me he enamorado, es tan diversa entre sí que me QUIERO SACAR LOS OJOS CON UN TENEDOR.



Dejando de lado esa interrogante constante de la persona, las situaciones que me llevan a desarrollar sentimientos románticos SON TAN DIFERENTES. No hay un punto en común y siempre me había gustado pensar que era porque cada historia es única, que no puedo hacer lo mismo con todas las personas porque obvio se va a sentir diferente.


Pero en secundaria recibía flores, chocolates y globos y cartas en san valentín y no sentía nada. Me resultaba hasta un poco incómodo recibir todo eso de parte de mis amigOs.  Y acepté ser la novia de un muchachito escritor también como yo, que le gustaban los jonas brothers. Debía enamorarme, ¿No? Era lo que yo había deseado en una persona y no podía sentir nada. Por más que convivíamos, por más que era cariñoso conmigo y me gritara que me quería en frente de mi papá, por más que vivía todo lo que decían las telenovelas infantiles que debía pasar, no sentía nada.





Y en la prepa, y en la carrera, el recibir atención masculina era un regalo.

Y yo no quería ese regalo. 

Podía admitir que sentía algo físico/sexual por un compañero/amigo, pero no me caía bien, no me daban ganas de sentarme a oír sus anécdotas o a escuchar su particular risa. No me agradaba del todo. No me fiaba de él.

Pensé que era asexual y eso me calmó pero muy poco tiempo porque descubrí que sí podía sentir atracción sexual hacia otras personas. Sólo que no quería un romance con elles. 

Eran personas muy convenientes, eran guapas, eran inteligentes o interesantes cuando menos. Podía acceder a besarme con ellas en una fiesta, a bailar con ellas, a tomarnos de las manos o ir más allá.

Pero no podía sentir lo que un romance requería. 

No me nacía decirles nada romántico ni ser tierna ni nada así. No sentía nada.





Por mucho tiempo pensé que había algo malo que estaba dentro de mí. Algún trauma sin resolver -ufff, uno de muchos tbh-, que quizás la idea del amor romántico de disney me había creado expectativas imposibles de alcanzar. Que mi obvia confusión sexual era parte de ese problema. Hasta culpé al matrimonio de mis padres y pensé que por culpa de elles yo no era capaz de expresar mi ternura y sentimientos románticos con otros.

Había una lista larga de gente formada, a la espera que le diera una oportunidad de algo y yo sólo sentía la presión respirándome en la nuca. La presión de mi familia, como mi hermana haciendo sutiles comentarios, o la presión de mis amistades o la presión de la sociedad. La propia presión que ejercía sobre mí misma. Presión.

¿Cómo puede florecer un romance entre tanta presión? 

Y vaya, no digo lo de la gente formada como algún tipo de halago hacia mí misma. Créanme cuando les digo que dudo mucho de las intenciones de por lo menos la mitad de esa gente. Estoy segura que la mayoría me ve como una manic pixie dream girl o como un proyecto social: Como una casa rota que necesita ser reparada. No les gusto yo per se, les gusta la idea de lo que puedo ser si elles me arreglan.



Pero no estoy rota.

No siento atracción romántica muy seguido e ignoro por completo bajo qué criterios se da, pero no estoy rota. Sólo soy gris.





Y en un mundo hipersexualizado, hiperromántico, ser gris, ignorar serlo, es un dolor de cabeza.


Acepté a hacer cosas, a salir con personas, y me arrepiento. No porque estuviera mal, sino porque eran cosas deshonestas con las que yo no me sentía cómoda. Porque fue como traicionarme a mí misma para agradar a les demás. 

Deseo amor romántico, y a pesar de que soy capaz de sentir esa atracción, ahora me pregunto qué tanto de ese deseo por tenerlo es mío y no algo impuesto o programado para que yo lo sienta.

Estoy cómoda cuando me enamoro, estoy cómoda cuando la gente sólo me gusta como me gusta el azúcar en mi té o el agua de la ducha hirviendo en mi espalda. Estoy cómoda cuando alguien sólo me atrae de forma sexual/física/estética/platónica. 

Estoy cómoda no buscando amor romántico entre las personas que genuinamente me hacen sentir bien. Ni pensar en que eso sea una posibilidad.

Estoy incómoda y triste y me enoja cuando alguien me dice: ¡Pero si tiene todo lo que buscas, charlie marian! ¿Por qué no le das una oportunidad?


Toda mi adolescencia y juventud adulta fue escuchar: ¿Por qué no le das chance?



NO, ¿POR QUÉ NO ME DAN CHANCE USTEDES?


Soy grisromántica y no estoy rota. Los rotos son quiénes insisten en lo contrario.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

crecer es perder

 .... si fuera el caso, yo mediría diez metros, ¡No, once! Once y medio. El 2022 verdaderamente se trató de perder, para mí. ¿Quieren un rec...